Como parte de las costumbres navideñas, los españoles esperan diciembre para ver el sorteo de la Lotería de Navidad.
Visitar Madrid o cualquier lugar de España, antes de nochebuena, es escuchar a los extranjeros y españoles hablar sobre lotería, décimos y series. Pero este juego de azar es más que un sorteo. Es tradición, son meses y meses esperando que llegue el gran día para oír como las dulces voces de los Niños de San Ildefonso cantan el número del premio mayor, el Gordo.
Los últimos días antes de la transmisión oficial se traducen en largas colas que se forman en la plaza Puerta del Sol para comprar un décimo que tiene un valor de 20 euros. Muchas ilusiones, muchas expectativas y una multitud de vendedores ambulantes gritando a todo pulmón “la lotería de Navidad, compra tu décimo con Doña Manolita”. Una de las administraciones de lotería más antiguas y famosas de España que comenzó a funcionar en 1904 y de las que más premios reparte gracias al volumen de décimos que vende.
Los más supersticiosos prefieren ir a comprar su billete directamente a la calle Carmen número 22, en la administración de Doña Manolita, y buscar una serie que termine en cinco ya que este número ha sido la terminación más repetida desde 1763 cuando se celebró el primer sorteo. Son más de 250 años de historia y múltiples cuentos –algunos dolorosos, otros para llorar de la risa- que han hecho de la Lotería de Navidad una tradición reconocida en toda Europa.
Un día antes del sorteo decidí recorrer Madrid para entender esta costumbre navideña. Hablando aquí, hablando allá, conocí a Don Eduardo Silva quien tiene más de cincuenta años vendiendo lotería y velando por el negocio familiar que empezó con su padre. Eduardo, con su buen carisma, define la navidad en España en tres palabras: “turrones, belén y lotería”.
Dos bombos y la suerte…
Hoy, 22 de diciembre de 2015, el país se levantó muy temprano para ver en familia la transmisión del sorteo que duró más de cuatro horas. El suspenso prevalece y hasta los que no jugamos nos levantamos con una larga incertidumbre y a la espera de ver lo iba a suceder, poco a poco va menguando cuando comienzas a entender el juego que, por más que te lo cuenten, tienes que vivirlo. A las nueve de la mañana arrancó el evento en el Teatro Real, los protagonistas son un bombo pequeño con las bolas premiadas y un bombo grande con las series.
Miles de personas, cruzando los dedos en familia, apuestan al premio mayor que llevado a número se lee: cuatro millones por serie y 400 mil euros al décimo. Ahora, hasta yo quiero mi billete. Menos mal que no elegí ningún décimo ni guardé en mi memoria los números de las series que vi a las afueras del metro de Sol, porque de salir alguno no sé si mi corazón hubiese soportado para redactar este post. Pero, sí sé de alguien que quiso comprar un décimo, por circunstancias de la vida no tuvo el dinero para hacerlo, prefirió anotar en un papel el número que quería para quedarse con ese recuerdo, y lo revivió el día del sorteo al escuchar los mismos cinco número que había guardado y que alcanzaron el primer premio ese año.
Si deseas conocer España en diciembre, ten en cuenta esta famosa tradición (no te desvincules aunque no juegues) para que entiendas las costumbres navideñas del país.